¿El fin del diseño?

No hay duda: estamos viviendo el fin del diseño… como lo conocíamos.

Es un final dramático, como el que vivió BlackBerry con la llegada del iPhone o Blockbuster con el surgimiento de Netflix. La irrupción de las inteligencias artificiales generativas, como Flux, Ideogram o Midjourney, está revolucionando el mundo del diseño de manera profunda e irreversible.

Pero dejemos una cosa clara: el diseño no está desapareciendo. Lo que se está derrumbando es esa forma antigua, mecánica y carente de inspiración de practicarlo. Ese diseño que no requiere alma, solo técnica. Ese que se volvió tan predecible que un algoritmo puede replicarlo.

Este es el fin de los diseñadores que se conformaron, que nunca se cuestionaron, que medio-dominaron una sola herramienta y la repitieron durante años como autómatas. Los que temen al cambio, critican la tecnología desde su zona de confort y se aferran a métodos que ya no son relevantes. Ellos, sin duda, enfrentan un gran desafío.

Pero para los diseñadores auténticos, los que llevan la creatividad en la sangre, este es el momento de brillar. Es la hora de quienes pueden imaginar una idea poderosa y darle vida, ya sea con un lápiz, en un programa o con un prompt bien formulado a una IA. Lo que importa es la visión, el criterio, la sensibilidad. Estos diseñadores comprenden que ser diseñador no se trata de dominar un software, sino de vivir en un estado mental de creatividad constante, análisis y conexión emocional.

Ellos no le temen a la inteligencia artificial

Ellos no le temen a la inteligencia artificial; la abrazan como una herramienta para encargarse de lo repetitivo y liberar tiempo para lo que realmente importa: interpretar sueños, construir narrativas visuales, transformar ideas en imágenes impactantes. Lejos de las tendencias pasajeras, cerca del verdadero oficio. Porque el diseño, en esencia, es una forma de expresión que trasciende el medio.

Y sí, el panorama está cambiando. El mercado ya no buscará los servicios de antes, como quien rentaba películas en VHS. Muchos de los trabajos que solían ser lucrativos para los diseñadores desaparecerán o evolucionarán. Pero si nos adaptamos, aprendemos a navegar las nuevas reglas y aprovechamos la tecnología para potenciar nuestro trabajo, seguiremos siendo esenciales.

Porque ahora, más que nunca, no hay pretextos: las imágenes deben ser excepcionales, contar una historia y generar impacto. Y si un diseñador no puede ofrecer eso, es probable que una inteligencia artificial lo sustituya.

Diseñadores, ¡es hora de actuar! Este no es el fin del diseño; es el comienzo de una era mucho más libre.

Danilo Ovando

Danilo Ovando