Guía para tirar tu marca a la basura

Cliente 1:
El  destruye marcas


La sala de juntas en el quinto piso de un edificio en construcción tenía un aire de comisaría: sillas con polvo, cables colgando, luz blanca de foco ahorrador y el eco de lo que alguna vez fue entusiasmo.  La junta llegó a su final cuando el cliente hizo una prgunta. Una de esas preguntas incómodas, disfrazada de inocente duda:

— ¿Y entonces por qué tengo que gastar en diseño?

El cliente —una mezcla sui géneris de encargado de marketing y coordinador de ventas, común en empresas con poca visión— lo preguntó con desdén, sin levantar mucho la vista. Llevábamos meses trabajando con ellos: habíamos diseñado la identidad corporativa de la marca, una página web a la maedida, versátil y vistosa, y comenzábamos a definir el tono de su comunicación digital. Pero todo cambió con esa pregunta.

Nos contó que había contratado a una agencia de marketing digital integral (whatever that means) que le ofreció una landing “bien vendedora” sin tanto diseño y que ya no eran necesarios nuestros servicios.

Fua la última vez que lo vi en persona.

Poco a poco comenzaron a desmembrar la página web que diseñamos y por la que había pagado una buena cantidad: usaron capturas de pantalla para evitar programar secciones, agrandaron los call to action hasta lo grotesco, eliminaron jerarquías, quitaron transiciones, y rompieron el diseño original con el pretexto de “optimizar el SEO”.

El resultado fue una parodia: un triste intento de landing genérico con el logo que diseñamos aplastado y de otro color.

Y las redes… bueno, ahí hicieron trizas todo: destruyeron la marca, ignoraron el manual de identidad y llenaron los feeds con anuncios chillones, frases cursis y visuales saturados. Querían vender. A toda costa. Como fuera.

Y vendieron… por un tiempo. Hasta que la marca se volvió irrelevante y las reseñas negativas se apilaron.

La marca perdió identidad, se parecía a todas. Se sentía igual que todas. Grande, chillona, sin alma, sin coherencia. Invirtieron más en anuncios que en estrategia: pusieron todo en campañas con imágenes feas pero “optimizadas”.

Clics hubo, sí. Artificiales. Pero clics no significan confianza. Ni lealtad. Ni marca.

El presupuesto se acabó. El tráfico disminuyó.

Y la marca —sin sustancia y sin base  se secó.


Cliente 2:
El que cuida su marca

Este cliente tenía otra actitud. Desde el día uno entendió que su marca era un activo, no un gasto.

Nos contrató para diseñar su identidad corporativa. Hicimos un logo increíble. Quedó impecable. Pero más importante: la respetó, la cuidó, la defendió. Sin obsesiones ni microgestión. Con confianza. Sabía que cada detalle estaba planeado, que todo respondía a una estrategia.

Al diseñar su sitio web, trabajamos en conjunto con sus vendedores y su agencia digital: definimos estructura, palabras clave, CTAs estratégicos, SEO impecable. El objetivo era claro: convertir, sí, pero sin sacrificar el alma.

En redes sociales hay orden, hay ritmo, hay historia. Las publicaciones se sienten parte de un universo coherente. No son solo reels, carruseles y publicaciones al azar: cuentan algo, reflejan algo. Su comunidad lo nota. Lo agradece. Lo comparte.

Al principio, el crecimiento fue lento. Pero hoy tiene una audiencia sólida, leal, activa. Vende más, pero sin perseguir la venta. Porque su marca ya tiene voz. Tiene rostro. Tiene peso.

Sus anuncios están bien hechos, conectan, entretienen.

Y cuando su agencia de marketing digital o su equipo de ventas necesita piezas nuevas, nos buscan. No quieren ser todólogos. Creamos lo necesario, alineados con su línea gráfica, con su tono. Cuidamos los detalles. Porque sabemos que cada elemento cuenta. Y ellos también lo saben.

Hoy su marca es reconocida. Se ha vuelto un activo real.

Le suma valor a su empresa. La hace competitiva. Memorable.


Ambos clientes invirtieron lo mismo con nosotros.
Uno destruyó su marca por  pensar que el diseño es un gasto, el otro la hizo crecer y ganó mucho dinero.

En klok trabajamos con grandes marcas y con marcas que quieren ser grandes.

Danilo Ovando

Danilo Ovando